Además, ese miedo también lo vi en los padres que acudían a mi consulta como psicóloga infantojuvenil. Padres laboralmente sobreexigidos, con falta de ayuda, escaso tiempo en pareja y autocuidado personal. Muchas mamás dejando de lado su desarrollo personal y profesional por el temor a dejar a sus hijos/as con desconocidos. Mujeres que habían olvidado su versión anterior a ser madres.

El miedo los tenía encerrados en una maternidad y paternidad sobreexigida y su única puerta de escape eran las “pantallas”, que las utilizaban como niñeras virtuales.

De ese angustioso sentimiento nació la idea de armar una comunidad que ayude a otras mamás con realidades como la mía. Que lograran encontrar a una cuidadora que las apoyara y, lo más importante, que fueran sanas en su forma de vincularse con sus hijos/as.

Cuidadoras recomendadas por otras familias, quienes, compartiendo su experiencia, lograrían transmitir esa confianza y seguridad que todo padre y madre necesita, ya que para criar necesitamos una tribu.